domingo, 9 de noviembre de 2008

Una mañana, en el jardín de flores, una niña ciega vino a ofrecerme una cadeneta de flores sobre una hoja de loto.

Me la puse alrededor del cuello, y las lágrimas vinieron a mis ojos.

La bese y le dije: Eres ciega como son las flores. Ni tu misma puedes conocer la hermosura de tu regalo.

R. TAGORE
EL JARDINERO

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