
Un anacoreta se acerco a Buda y le dijo:
- Señor, despues de muchos años de accesis despiadada y penitencias sin limite, cargando rocas, lacerando mi cuerpo, ayunando y sometiendome a las mas rigidas austeridades, he conseguido finalmente caminar sobre las aguas.
El Buda le miro apaciblemente, la media sonrisa en los labios y dijo:
- Mi buen amigo, ¡que lastima de tiempo perdido habiendo barcas!
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